Iliesca llegó a Chubut desde La Plata hace tres años, de la mano de su pareja, la enóloga Macarena Reinoso, y desde entonces recorre la provincia entre viñedos y cocina.
De acuerdo con LU17. “La materia prima es de primera calidad, de primera calidad; superó totalmente mis expectativas”, contó en una entrevista radial, al describir el impacto que le generaron los productos de la costa. Primero trabajó ligado a la venta de vinos y a proyectos en Trelew y Rawson, hasta que Camarones lo terminó de conquistar.
El sommelier recordó en #LA17, que la historia en Casona Islas Blancas comenzó para “rescatar” un viñedo que había sufrido una mala intervención.
Con Macarena se propusieron replantar con material genético de la zona, usando esquejes obtenidos en distintos puntos de Chubut y adaptados al clima ventoso de la costa.
“Consiguiendo material genético local pudimos remontar el viñedo; gracias a Dios está creciendo y estamos recontentos”, destacó.
Mientras avanzaban con el riego, el cuidado de las plantas y los olivares, surgió la cocina. Al principio, Iliesca dejaba viandas para los huéspedes que se quedaban más tiempo, pero la demanda lo empujó a instalarse de manera permanente.
Hoy diseña menús basados en algas, pescados, mariscos y carnes de la zona, con una mirada que intenta acercar sabores poco explorados a paladares curiosos.
Uno de los ejes de su propuesta es el trabajo con algas comestibles como wakame, nori o “lechuga de mar”, productos habituales en la gastronomía asiática que hoy se recolectan en la costa chubutense.
Iliesca explicó que muchas pueden usarse frescas, como una hoja verde más, o secas y molidas para sumar sabor y reducir el consumo de sal tradicional.
También mencionó la salicornia, una planta autóctona con alto contenido natural de sodio que ya se utiliza en restaurantes de Buenos Aires y en proyectos europeos como sustituto de sal común.
Durante la presentación de la temporada de verano “Camarones del Mar”, la gastronomía tuvo un lugar central con tres días de actividades junto al cocinero e influencer “Manbrunense” (Edgardo Garrido Ríos).
Hubo clases, encuentros y hasta un torneo para aficionados que cocinaron con productos locales, experiencia que Iliesca imagina en crecimiento. “Este año se animaron cuatro concursantes; el año que viene no van a ser menos de veinte”, se entusiasma.
La temporada muestra un salto respecto de años anteriores: según Iliesca, la casona trabaja con ocupación sostenida desde fines de julio, con fines de semana completos y fuerte presencia de visitantes extranjeros.
Para romper el mito de que se trata de un destino inaccesible, el hotel impulsa promociones para residentes, planes en cuotas y una carta con precios cuidados en el restaurante.
El objetivo, dice, es simple: “Que cualquiera que trabaja y puede hacerse una escapada sienta que vale la pena venir, comer bien y sentirse bien atendido”.
Entre caminatas por caletas, vistas al mar, viñedos que crecen pegados a la costa y una mesa que se arma con algas, pescados, carnes y vinos patagónicos, Camarones consolida una identidad que mezcla naturaleza, hospitalidad y experimentación.
Para Iliesca, que dejó la gran ciudad, la síntesis es clara: vivir y cocinar en un lugar donde la fauna, el paisaje y los productos están a pocos pasos de la puerta. Y donde cada temporada de verano se transforma en una invitación abierta a descubrirlo.