Para vivir la Argentina en contacto con la naturaleza, vas a necesitar un elemento imprescindible: la carpa. Su uso recreativo nace con el desarrollo de las actividades al aire libre en general, un antídoto para contrarrestar los efectos de la vida alienante en las ciudades.
El auge de esta filosofía outdoor llegó en las décadas de los ‘60 y ‘70 del siglo XX, con el primer tipo de carpa que se convirtió en un ícono del camping, la canadiense. Tenía parantes rígidos y aplicaba el concepto de construcción con doble estructura (cuerpo interior y doble techo) para solucionar el problema de la condensación de humedad. Se las llamó canadienses porque, en principio, fueron usadas por el ejército de Canadá.
Luego llegaron y se hicieron muy populares las conmunmente llamadas iglú o domo. Manteniendo la construcción doble cuerpo, son autoportantes, resisten mejor el viento, no tienen obstáculos en su interior (como los parantes rígidos de las canadienses), son más livianas y ocupan menor volúmen una vez desarmadas.
El principal problema en una carpa es que la aislación contra la humedad exterior produce una retención y condensación de la humedad interior. La solución fue el concepto y la construcción de las llamadas “carpas de doble estructura”.
Aún en reposo, el cuerpo humano expele unos 140 gramos de vapor de agua por hora, que se acumula en el interior de la carpa sin la ventilación adecuada. La condensación es mayor con mal tiempo, porque el frío o la lluvia reducen la temperatura de la cara exterior de la carpa y el vapor se condensa más rápido cuando entra en contacto con la pared interior.
La solución es el diseño de carpas con una doble estructura. El cuerpo interior está conformado por un tejido respirable, con una trama suficientemente fina y un tratamiento de resistencia al agua. El aire cargado de humedad atravesará fácilmente esta tela, pero será retenido por la segunda estructura, un tejido impermeable, comúnmente llamado sobretecho o dobletecho. La condensación se formará en la cara interior del dobletecho para deslizarse después hacia abajo, goteando sobre el suelo del perímetro exterior de la carpa.
En los buenos diseños se busca una ventilación efectiva para disminuir la condensación, y el sobretecho tendrá pequeñas mangas o ventanillas con alero (para protegerlas de la lluvia), y ábsides o vestíbulos que permiten la apertura de las puertas de acceso a la estructura interior para renovar el aire sin que penetre el agua o, eventualmente, la nieve.
Con la tecnología actual en tejidos técnicos, apareció otro tipo de construcciones de carpas, por ejemplo, usando tejidos impermeables-respirables tipo Gore-Tex en un tipo de estructura llamada “single wall tent” (carpa de pared simple). Son bastante más costosas y su uso se aplica solamente a modelos de montaña o para expediciones en las que es fundamental reducir peso, volumen y el tiempo de armado.
Una segunda opción de construcción en carpas de pared única son las que usan cuerpos fabricados en tejidos compuestos de Dyneema, una tecnología sofisticada que viene de la industria aeroespacial y la vela de alta competición. Pero también son costosas y, por ahora, de un uso mas técnico y menos masivo.
Clima o condiciones estacionales: se dice que en verano una carpa tiene que tener la cualidad de protegernos del sol; en primavera, la facultad de aislarnos de la lluvia; en otoño tiene que resistir el viento y protegernos de él; y durante el invierno, ofrecernos un buen refugio contra el frío. Así que puede ser, de acuerdo a su construcción y materiales, de 1, 2, 3, o 4 estaciones.
Las más versátiles y usadas para trekking, travesías en bike, campamentismo en general o incluso en regiones de sierras o montañas (aunque no en alta montaña), son las de tres estaciones. Muy similares a las de 4 estaciones, que poseen mayor protección térmica y mejor ventilación (porque la condensación interior es superior por el frío). La resistencia al viento de las carpas va a estar determinada por el material del doble techo, además de la calidad y cantidad de parantes, estacas y vientos tensores.
Capacidad: la mayoría de los diseños actuales en carpas para trekking y montañismo están pensados para que entren entre 2 y 4 personas, lado a lado. Entre carpas que a primera vista son iguales, puede haber bastantes diferencias en el volumen interno utilizable y habrá que fijarse en el dibujo de la planta (cuadrangular, pentagonal, hexagonal, etc…), la altura máxima interior y el ángulo de inclinación de las paredes (cuanto más verticales, mayor espacio aprovechable).
Parantes flexibles: su cantidad varía según el uso y diseño de la carpa, pero todos están formados por varios tramos de varillas tubulares de fibra de vidrio, aleaciones de aluminio e incluso fibra de carbono. El aluminio es el más usado en carpas de buena calidad, y hay aleaciones muy livianas y resistentes como la Easton 7079-T9, que además lleva un tratamiento de anodizado que lo hace diez veces menos susceptible a la corrosión que otras aleaciones como la 7001. La última novedad son los parantes inflables, introducidos en algunos modelos de carpas.
Estacas: aunque las buenas carpas de 3 o 4 estaciones suelen traer juegos de calidad, siempre es posible tunearlas con unas de perfiles de aluminio, muy fuertes y livianas, o aluminio con recubrimiento cerámico, titanio o carbono.
Las hay también especiales para terrenos poco firmes; están los anclajes especiales armados para arena o nieve y hasta hay estacas fuertes y con iluminación LED para la noche. Otro accesorio interesante son los vientos de Paracord (nailon liviano y resistente usado originalmente en los paracaídas) reflectante o del que brilla en la oscuridad.