Un proyecto de conservación impulsa un modelo turístico de bajo impacto que protege uno de los ecosistemas marinos más biodiversos del país
De acuerdo con Agroempresario. Un extenso corredor de más de 400 kilómetros de costa en Chubut, que se extiende entre Rawson y Comodoro Rivadavia.
Se consolida como uno de los proyectos de conservación y turismo de naturaleza más ambiciosos de la Argentina.
Se trata de Patagonia Azul, una iniciativa impulsada por Rewilding Argentina junto a municipios, organismos provinciales y comunidades locales.
Que busca proteger ecosistemas marinos y costeros clave, al tiempo que promueve una economía regional basada en el turismo responsable.
El proyecto, que se articula a través de la llamada Ruta Patagonia Azul.
Fue desarrollado en los últimos años y hoy aparece como un caso testigo de conservación con desarrollo local, según informó el medio Economía Sustentable.
La región, atravesada por la Ruta Escénica Provincial Nº1, conecta áreas naturales protegidas.
Pueblos costeros y sitios históricos en uno de los tramos más biodiversos y menos intervenidos del litoral argentino.
Playas rocosas, acantilados volcánicos, aguas turquesas y colonias de fauna marina conviven en un territorio considerado estratégico para la protección del Mar Patagónico.
Un ecosistema aún poco explorado pero fundamental para la biodiversidad del país.
La Patagonia Azul se destaca por concentrar una extraordinaria diversidad de especies.
En sus costas y aguas se reproducen y alimentan ballenas, toninas, pingüinos de Magallanes, lobos marinos y miles de aves marinas, que encuentran en este corredor un hábitat crítico.
Esta riqueza natural fue uno de los motivos por los cuales la zona fue reconocida como Reserva Natural por la UNESCO en 2015.
Al albergar “la mayor biodiversidad marina de la costa argentina”, de acuerdo con los criterios internacionales de conservación.
En ese marco, la reciente creación del Parque Patagonia Azul permitió ampliar la superficie protegida.
Y establecer un marco normativo que restringe las actividades permitidas a aquellas vinculadas al turismo de naturaleza y la investigación científica.
El objetivo central es preservar los ecosistemas costeros y marinos, incluidos los bosques de macroalgas, considerados esenciales para la salud del océano.
Desde Rewilding Argentina señalan que el proyecto no apunta únicamente a conservar, sino también a restaurar ambientes degradados.
Y generar nuevas oportunidades productivas compatibles con el cuidado del entorno.
La denominada Ruta Patagonia Azul recorre la costa central de Chubut.
Y articula cuatro portales de acceso público, dos Pueblos Auténticos, dos Parajes Históricos y cuatro áreas naturales protegidas.
El trazado permite un recorrido continuo, con paradas estratégicas que invitan a conocer el territorio de forma gradual y planificada.
Entre los puntos más destacados se encuentra Punta Tombo, uno de los sitios más emblemáticos del país para el avistaje de pingüinos de Magallanes.
Cada primavera, más de medio millón de ejemplares llegan a reproducirse, convirtiendo al área en un polo del turismo de naturaleza.
Las pasarelas habilitadas permiten observar la fauna sin interferir en su comportamiento.
Más al sur aparece Cabo Raso, un antiguo asentamiento costero hoy despoblado, donde las ruinas conviven con playas extensas y un paisaje prácticamente intacto.
El recorrido continúa por Camarones, identificado como un “Pueblo Auténtico”, con fuerte identidad histórica y un rol central en el desarrollo comunitario del proyecto.
Otros puntos clave son Cabo Dos Bahías, reconocido por sus acantilados rojizos y su abundante fauna; Isla Leones, uno de los accesos al Mar Patagónico.
Y sitio de alta sensibilidad ecológica; Bahía Bustamante, que combina hospedaje, biodiversidad y actividades guiadas; y Rocas Coloradas.
Una formación geológica singular que marca el cierre del recorrido con un paisaje que recuerda a un escenario extraterrestre.
El crecimiento del turismo en Patagonia Azul se apoya en un modelo de bajo impacto, con reglas estrictas para evitar la degradación ambiental.
La propuesta prioriza experiencias guiadas, senderismo controlado, avistaje de fauna y navegación responsable, con límites claros en cuanto a infraestructura y capacidad de carga.
Según explicó María Mendizábal, coordinadora del Destino de Turismo de Naturaleza del Proyecto Patagonia Azul, en declaraciones a Economía Sustentable.
El desafío es abrir la región al turismo sin perder su carácter silvestre. “Es un lugar exótico, salvaje, despoblado y profundamente sensible”.
Señaló, al describir los más de 450 kilómetros de costa que integran el proyecto entre Trelew y Comodoro Rivadavia.
En ese sentido, Mendizábal remarcó que el foco está puesto en proteger la fauna marina y los ecosistemas costeros.
Al tiempo que se construye un destino turístico con identidad propia, pensado tanto para visitantes nacionales como internacionales.
Uno de los pilares de Patagonia Azul es la participación activa de las comunidades costeras, en especial la localidad de Camarones, que cuenta con menos de 2.000 habitantes.
Históricamente vinculada a la ganadería y la pesca, la llegada del proyecto generó un cambio en la relación del pueblo con el mar y el territorio.
Actualmente, Rewilding Argentina emplea a vecinos de la zona en tareas de mantenimiento, guardaparques, operación de campamentos, cocina y gestión de áreas de acceso.
Y acompaña el desarrollo de emprendimientos turísticos locales.
De acuerdo con datos del proyecto, la iniciativa se convirtió en el tercer empleador de Camarones, con impacto directo en la economía local.
Además del empleo, el trabajo comunitario incluye programas de educación ambiental, recorridos para residentes y actividades de sensibilización,
Con el objetivo de fortalecer el sentido de pertenencia y el cuidado del entorno natural.
El desarrollo de Patagonia Azul plantea un equilibrio delicado: abrir un nuevo destino turístico sin replicar modelos extractivos o masivos que ya mostraron sus límites en otros puntos del país.
La estrategia se basa en planificación, ciencia y control, con la premisa de que la conservación puede ser también una herramienta de desarrollo.
Para quienes impulsan el proyecto, el valor diferencial está en mostrar un mar patagónico poco conocido, de tonos intensos y biodiversidad excepcional, sin comprometer su integridad.
En palabras de Mendizábal, citadas por Economía Sustentable, el objetivo es “hacer las cosas bien: abrirlo al turismo, pero cuidando que nada de eso se pierda”.
En un contexto global donde la presión sobre los ecosistemas costeros crece, la experiencia de Patagonia Azul.
Se presenta como un modelo replicable de cómo la conservación, el turismo y las comunidades pueden articularse en un mismo territorio.