En la Puna salteña, está el paisaje de la Argentina que más se parece a Marte. Se trata de El Desierto del Diablo, ubicado a más de 3.500 metros sobre el nivel del mar. Es un destino remoto en el que predomina un color rojizo intenso y sus formaciones rocosas particulares, tal como si se tratase del planeta más cercano a la Tierra. Conocido también como “Los Colorados”, es un atractivo imperdible para aventureros y exploradores que buscan hacer turismo fuera de lo convencional.
Una travesía de nueve horas hacia un paraje inhóspito
El Desierto del Diablo se encuentra entre Tolar Grande y el Salar de Pocitos, dos localidades que marcan los extremos de esta extensa región desértica, caracterizada por su falta de vegetación y fauna. La travesía para llegar hasta allí comienza en la ciudad de Salta y el recorrido demanda aproximadamente nueve horas por caminos que atraviesan paisajes de la Cordillera de los Andes.
El acceso más directo se realiza a través de la Ruta Nacional 51, que recorre poblados como Campo Quijano, Santa Rosa de Tastil y finalmente llega a San Antonio de los Cobres, que es la última oportunidad para cargar nafta antes de ingresar al desierto. Desde allí, se sigue hacia el Salar de Pocitos y luego por la Ruta Provincial 27, un trayecto peligroso debido a su terreno irregular y su gran cantidad de curvas cerradas.
El Desierto del Diablo, un paisaje casi sin vida moldeado por millones de años
El Desierto del Diablo es atractivo por la peculiaridad de su terreno, que es resultado de procesos geológicos que se remontan entre 10 y 20 millones de años. En su parte inferior se encuentran dunas fósiles, que son evidencias de que antes hubo un antiguo, mientras que las formaciones superiores contienen rocas con cristales de yeso y evaporitas que le otorgan su característica tonalidad rojiza.
Esta zona, totalmente árida y casi sin vida, tiene como gran peligro el clima: las temperaturas pueden alcanzar los 30 °C durante el día y descender hasta -20 °C por la noche. A esto se debe, en gran parte, la falta de insectos y animales, así como también la casi inexistente vegetación.
Tolar Grande: la última parada antes del desierto
A unos 45 kilómetros del Desierto del Diablo se encuentra Tolar Grande, un pequeño poblado con menos de 200 habitantes. Este lugar es un punto estratégico para los viajeros que planean explorar el desierto, ya que cuenta con opciones limitadas de hospedaje y es el único sitio cercano donde, en algunas ocasiones, se puede cargar nafta. Sin embargo, la disponibilidad de combustible no siempre está garantizada en ese lugar.
Recomendaciones para visitar El Desierto del Diablo
Antes de recorrer El Desierto del Diablo, es fundamental tomar en cuenta algunas recomendaciones. En primer lugar, la preparación física. Es que la altura de 3.500 metros sobre el nivel del mar puede generar mal de altura, por lo que es aconsejable aclimatarse en San Antonio de los Cobres antes de continuar hacia el desierto.
Otro consejo es cargar nafta en la última estación de servicio disponible, que se encuentra en San Antonio de los Cobres, dado que en Tolar Grande puede no haber disponibilidad. No solo se recomienda cargar el tanque completo del vehículo, sino también llevar bidones adicionales en caso de emergencia. Asimismo, tener ropa adecuada para el clima extremo, tanto abrigo para las noches frías, como para indumentaria ligera para la tarde, junto con protección solar y mucha agua.
Por último, pero no menos importante, adentrarse en El Desierto del Diablo con un guía especializado, dado que la falta de señalización y las características del terreno hacen que sea muy fácil perderse.