La historia de Lago Rosario está fuertemente marcada por el destierro, y la imposición. Espacio que ya tenía su historia, fue rebautizado con este nombre por el Coronel Fontana, primer Gobernador del Chubut, durante su comando al frente de los Rifleros del Chubut.
Perseguidos a ambos lados de la cordillera por las campañas militares de la Conquista al Desierto y de la Araucanía, varias familias buscan refugio en el lugar. Decididos a echar raíces con sus hijos nacidos, las familias Cheuquehuala y Millahuala construyen una escuela en 1934, y gestionan frente al Gobierno Argentino que nombren un maestro que atienda las necesidades de la comunidad. La morosa respuesta de la administración central fue que enviarían uno cuando los pobladores reunieran un mínimo de 25 niños.
Poco después, en 1937, el propio gobierno central aprobaría el desalojo de la Reserva Aborigen de Nahuel Pan, unos cuarenta kilómetros al norte de Lago Rosario. Allí, más de 300 personas son violentamente desterradas luego de varias décadas de estar apostados allí, luego de que el mismo gobierno que ejercía esta violencia contra ellos les hubiese otorgado las tierras en 1908.
Muchas de estas familias fueron aceptadas en Lago Rosario por la comunidad que allí vivía, logrando así el número de alumnos necesarios para la presencia de un maestro, en aquella escuela en la que hoy flamean las banderas argentina y mapuche-tehuelche.
Hoy viven en la comunidad algo más de 600 habitantes, unas 60 familias y hay un puesto policial y otro de salud en esta comunidad cuyo gobierno corre por cuenta de la Comisión Ancestral elegida a mano alzada de manera horizontal y democrática, cada cuatro años, por los miembros de la comunidad.
Según cuenta la leyenda, en el lago tienen su morada el aterrador “cuero” y una Shumpall (sirena). El lugar era un punto excelente de caza de vacunos salvajes y los antiguos oraban allí junto a una roca a la que el sol arrancaba destellos color sangre, como pronóstico de buena cacería. Por ello, en el paraje –dicen-, en las noches de lluvia se escucha el lamento del cazador tehuelche muerto a cornadas por el último toro salvaje, o Toro de Agua, que se vio en la región.
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